En
los últimos tiempos, la violencia escolar ha sido tomada como
tema estrella en los medios de
comunicación. Sin
embargo, la proliferación de la violencia en las escuelas y
alrededores vienen a sostener que no se trata de una novedad,
propia de los tiempos que corren y de la naturaleza
especialmente abyecta de los jóvenes de hoy, de las
características particularmente favorecedoras de las
instituciones educativas, y de la dejadez y abstención
sistemática de los padres de nuestros alumnos.
Obviamente, no se
trata de ninguna novedad. Los fenómenos de violencia escolar se
han producido siempre, y quizás con la misma o mayor intensidad.
Ahora son más visibles porque afectan a más personas, y porque
los medios de comunicación, los padres y madres de los alumnos y
la sociedad en general, se han hecho mucho más sensibles a todo
lo relacionado con la educación y, como es lógico, a este tipo
de fenómenos de una manera aún más especial.
La violencia en las
escuelas no forma parte de casos aislados que vendrían a ocurrir
accidentalmente, ya que no son una minoría los alumnos y
profesores que están sufriendo este tipo de situaciones. Es bien
cierto que, al menos en nuestro país, la situación no parece ser
tan grave como para hacer sonar la alarma social en mitad de la
noche. Pero de ningún modo puede aceptarse que estemos hablando
de hechos aislados y, menos aún, que sean sólo unos pocos los
afectados.
Además, los distintos
fenómenos de violencia en las escuelas están profundamente
interrelacionados entre sí y, por supuesto, con otras variables
propias del entorno de la escuela
y del contexto
familiar y social de los alumnos.
La violencia es la
amenaza más grave que tiene nuestro sistema escolar, con lo que
hacen falta medidas urgentes para atajarlas. Para ello es
imprescindible poner énfasis en la necesidad de diferenciar con
precisión entre las distintas categorías, tipos o
manifestaciones de conducta antisocial presentes en los centros
escolares con objeto de desarrollar programas de intervención y
prevención aplicables a la realidad educativa.
Así, la única
solución ante estos fenómenos no debe ser la «mano dura». Ya que
no se trata de accidentes fortuitos o aleatorios que no pueden
ser abordados y tratados de manera aislada con castigos
ejemplarizantes, expulsiones, etc. Los actos violentos están
sujetos a un gran sistema de relaciones interpersonales donde
las emociones, los sentimientos y los aspectos cognitivos están
presentes y configuran parte del ámbito educativo.
Asimismo están
ligados al ámbito social de la escuela y, en especial, a las
situaciones familiares de cada alumno, debido a la suma
importancia de aspectos tales como la relación emocional del
adolescente con sus padres, los modelos paternos y maternos de
disciplina, las relaciones mutuas entre los cónyuges, etc.
De este modo queda
evidente que la realidad es muy compleja y que en ella se cruzan
factores muy diversos que, en mayor o menor grado, modulan la
naturaleza (psicológica y social) del
problema.
Origen de la
violencia escolar
Es
fundamental representar un esbozo de las posibles causas que
incitan a las conductas violentas ya que son referencias claves
para poder formular los objetivos substanciales en las
intervenciones y de esa manera proponer soluciones más
efectivas.
Posibles causas de
violencia:
· Las propias
características en sí de la institución que generan por su
autoritarismo un ambiente de tensión y de rebelión en los
reprimidos.
El comportamiento y
las expectativas de los alumnos que han evolucionado tan
rápidamente que
actualmente son
apenas reconocibles si nos situamos desde una perspectiva de
sólo unos veinte años.
La agresividad
instrumental es un fenómeno cotidiano y esto no puede más que
reflejarse también en laescuela.
· La cultura
audiovisual y la enseñanza informal que ésta provoca en sus
espectadores, penetra sobretodo en los más jóvenes de un modo
silencioso pero arrasador.
· La pérdida de
autoridad paterna es una peculiaridad problemática creciente en
las nuevas generaciones de padres y tutores.
· Consumo de drogas y
estupefacientes.
Los estudiantes están
siendo socializados en «anti−valores» tales como la injusticia,
el desamor, la insolidaridad, el rechazo a los débiles y a los
pobres, el maltrato físico y psíquico y, en resumen, en un
modelo de relaciones interpersonales basado en el desprecio y la
intolerancia hacia las diferencias personales en particular y
hacia la diversidad étnica en general.
·
Finalmente, la crisis
social y económica es una característica que repercute
substancialmente en el entorno sociofamiliar en el que los niños
crecen, se desarrollan y evolucionan. Esta es la causa
fundamental de todo comportamiento antisocial.
Soluciones
posibles para erradicar la violencia escolar
Podríamos
diferenciar entre dos grandes tipos de respuesta educativa ante
el comportamiento antisocial en las escuelas.
Tendríamos, por un
lado, lo que llamamos respuesta global a los problemas de
comportamiento antisocial (que técnicamente podría considerarse
como prevención primaria) (Moreno y Torrego, 1996). Se trata de
una respuesta global por cuanto toma como punto de partida la
necesidad de que la convivencia (relaciones interpersonales,
aprendizaje de la convivencia) se convierta y se aborde como una
«cuestión de centro». Esta respuesta global asume, por tanto,
que la cuestión de la convivencia va más allá de la resolución
de problemas concretos o de conflictos esporádicos por parte de
las personas directamente implicadas en ellos.
Por otro lado,
tendríamos una respuesta más «especializada», esto es,
consistente en programas específicos destinados a hacer frente a
aspectos determinados del problema de comportamiento antisocial
o a manifestaciones más concretas del mismo, que técnicamente
denominaríamos prevención secundaria y terciaria (Trianes y
Muñoz, 1997; Díaz−Aguado, 1992; Díaz−Aguado y Royo, 1995;
Gargallo y García, 1996; Pérez, 1996).
Es indudable que los
actos violentos no pueden quedar impunes y que deben tener
siempre una respuesta adecuada, pero las opiniones generalizadas
son las que se basan en el análisis de las causas y el diseño de
planes específicos y generales en los centros docentes. Sin
embargo hay que tener en cuenta que los docentes se cargan con
un peso que puede ser en criterio de algunos excesivo. La
escuela forma, la familia educa. En cualquier caso, todos están
de acuerdo en que los distintos agentes deben actuar
coordinados. Una propuesta alternativa de soluciones concretas
podría ser la siguiente:
1− Trabajar con la
familia. La principal respuesta a la violencia escolar esta
en los padres. Es evidente que los adultos no estamos enseñando
a nuestros niños y jóvenes a resolver sus conflictos
pacíficamente. La violencia que entra en las salas de clases
generalmente tiene sus raíces en las casas o distintos ámbitos
que rodean al alumno: barrio, boliches, amigos, etc.
Es cosa de ver
algunas reveladoras aunque escalofriantes cifras: Uno de cada
cuatro hogares sufre de la violencia intrafamiliar. Casi un 70%
de los adolescentes reconocen haber sido objeto de maltrato por
parte de sus padres o familiares más cercanos.
Por ello uno de los
objetivos sería crear una nueva relación más cercana entre el
entorno escolar con esas familias. Esta nueva relación entre
padres y establecimiento es uno de los para elaborar proyectos
destinados a ese fin-
2− Elaborar un
proyecto que integra al alumno y se adapta al mundo en que
vive. El qué aprenden y el cómo aprenden nuestros adolescentes
tiene efecto sobre el conocimiento y los valores, base de la
convivencia.
Al sentir los alumnos
que lo que aprenden les es útil en su vida diaria, al poder
ellos mismos tomar las riendas de su aprendizaje y no ser
sujetos pasivos de largas lecciones que consideran inútiles,
tiempo ocioso sin docentes a cargo, mucho de los motivos de
resistencia contra la autoridad escolar disminuirán.
Una educación
pertinente a los desafíos de hoy con profesores formados para
estos desafíos le devuelve a la escuela su rol formador. En ese
nuevo currículum son los propios alumnos los que adquieren
conciencia de la importancia del aprendizaje.
3− Promover la
apertura de más espacios de expresión de la cultura juvenil
y ocupación del tiempo libre.
Los colegios
abiertos, en horario extraescolar a numerosas actividades
culturales, deportivas, de servicio a la comunidad, se
convierten en punto de encuentro entre adultos y jóvenes.
Consiste en conferencias, coloquios, grupos de trabajo,
talleres, mesas redondas, ludotecas, talleres de simulación,
conciertos, etc... en definitiva alternativas a las calles y sus
tentaciones.
La comunidad escolar
toma conciencia de su rol y es capaz de dar soluciones a sus
problemas.
4− Privilegiar la
mediación escolar como forma de resolver los conflictos.
Para ellos deben desarrollarse programas en especial orientados
a la comunidad escolar que contribuyan a apoyar a los
profesores, padres y alumnos a fortalecer la convivencia interna
y la formación en resolución pacífica de los conflictos.
5− Oferta ayuda
especializada a jóvenes y familias con dificultades
psicológicas, médicas, rehabilitadoras, económicas, educativas,
sociales, laborales... a cargo de fondos estatales.
6− Atender a cada
persona de manera especializada, en orden a su personalidad
y sus vivencias y en consecuencia a su delito para ello es
importante clasificar el tipo de comportamiento antisocial
entre los que debemos diferenciar:
A: Disrupción en
las aulas: Es una situación en la que el alumno impide con
su comportamiento el desarrollo normal de la clase. Se ha
originado con la finalidad de llamar la atención.
B: Problemas de
disciplina: Es el siguiente paso después de la disrupción,
donde se da un conflicto entre el profesor y el alumno, quien
actúa con violencia verbal (insultos), conductual (boicot) o
física.
C: Maltrato entre
compañeros («bullying»): Es un proceso de intimidación y
victimación entre compañeros. Es una agresión psicológica que
tiene graves consecuencias.
D: Vandalismo y
daños materiales: agresividad contra las cosas del centro
educativo.
E: Violencia
física: Es la agresividad física hacia persona, es con el
vandalismo y el acoso sexual la que más repercusiones sociales
conllevan.
F: Acoso sexual:
Generalmente suele ser una manifestación oculta de conducta
antisocial.
Objetivos de
intervención
Las
soluciones que se acaban de plantear están supeditadas a los
siguientes objetivos:
Adaptar la
intervención a las características evolutivas de la
adolescencia, reducir condiciones de riesgo y desarrollar
condiciones protectoras, fomentar los derechos humanos,
favorecer una identidad basada en la tolerancia y el rechazo a
la violencia y enseñar a detectar y a combatir los problemas que
conducen a la violencia y a la intolerancia.
·
Establecer un
mecanismo operativo de coordinación interinstitucional, para que
los centros educativos, desde el aspecto organizativo y
curricular, y todos los miembros de la comunidad educativa,
persigan altos índices de convivencia y eduquen en la
no−violencia y, al mismo tiempo, aumenten los niveles de
convivencia dentro del centro educativo y en su entorno próximo.
·
Fomentar la
información, aprendizaje y preparación en profesores,
profesionales del ámbito educativo y padres de los alumnos en
temas relacionados con la violencia escolar, sus formas de
detección y resolución.
·
Generar un marco de
prevención y participación de los menores y jóvenes como medio
de abordar el problema de los comportamientos inadaptados,
fomentar la convivencia y valores de tolerancia, solidaridad y
cooperación, que favorezcan el desarrollo integral de los
jóvenes,
prevenir el
ausentismo y abandono escolar y favorecer comportamientos y
valores , a través de una especial metodología pedagógica.
·
Potenciar los
contextos educativos formales y creación de entornos que
permitan experimentar relaciones interpersonales seguras para
prevenir y remediar la aparición de la violencia en la sociedad,
desde una serie de marcos teóricos como la Solución de Problemas
Interpersonales. Se intenta conseguir un clima acogedor y
relacional. Consiste en conferencias, coloquios, grupos de
trabajo, talleres, mesas redondas, ludotecas, talleres de
simulación, conciertos, etc.
·
Apostar por un
desarrollo integral de la persona y por una educación en
valores, frente al desarrollo exclusivo de capacidades
cognitivas y el equilibrio de capacidades afectivas y de
equilibrio personal, de integración y de actuación social.
·
Evitar que el proceso
de socialización del joven quede marcado por la manera en que se
desarrollan los procesos de desvinculación y vinculación en la
época de la adolescencia. A este respecto, las instituciones
docentes están excesivamente burocratizadas y jerarquizadas, en
buena medida por una excesiva masificación y el mantenimiento de
modelos anticuados de funcionamiento organizativo, por lo que
resulta difícil para los jóvenes un proceso de diferenciación
sin una ruptura con la institución.
·
Facilitar métodos que
permitan a las principales instituciones, como pueden ser
familia, escuela entidades de bien público, evolucionar hacia
formas de funcionamiento interno y de comunicación interpersonal
que sean más realistas, más flexibles, más participativas y más
negociadoras. La negociación es necesaria para la convivencia.
Negociar los significados de las situaciones, los intereses
individuales y colectivos, la participación en la toma de
decisiones, el papel que se juega, etc.
·
En dichas
instituciones los jóvenes deben analizar los modelos de
convivencia, de las normas de
comportamiento y de
las expectativas de futuro, siempre teniendo en cuenta que
dependen de las estructuras sociales y valores culturales de
nuestro entorno.
Para ello es
necesario conocer el mundo que rodea al alumno, analizarlo y
formar una alternativa personal; facilitar y desarrollar el
diálogo, el respeto y la participación; Enseñar a extraer los
aspectos positivos de una situación conflictiva para así poder
aportar soluciones constructivas; implicar a las familias.
Educar para la
no−violencia, entendiendo por ello el resolver los conflictos
personales y sociales sin perjudicar física o psíquicamente a
las personas implicadas. Para ello se tratará de que los alumnos
desarrollen un hábito de comportamiento no violento, es decir,
que aprendan a no pegarse entre sí, no reírse de otros
compañeros, enseñarles a dialogar, escuchar a los demás o
esperar el turno de palabra.
La metodología se
basa en el juego en equipo y en ejercicios de plástica y
dinámica. Las actividades consisten en una campaña por un
juguete creativo no bélico, la celebración del Día Escolar de
la no−violencia y la Paz, etc. Se elaboran eslóganes, carteles y
pegatinas.
·
Tener en cuenta que
los conflictos pueden ser oportunidades de aprendizaje y de
desarrollo personal para todos los miembros de la comunidad
escolar.
·
Generar vínculos con
el fin de facilitar la creación de objetivos, motivaciones e
intereses que refuercen la autoestima y la fuerza en jóvenes
desvinculados, desarraigados y desorientados.
Valoración
personal de la noticia
El
hecho de que las escuelas sean en la prensa objeto frecuente de
las páginas de sucesos y no de la sección educativa o cultural,
está preocupando seriamente a todos los miembros de la comunidad
educativa y de lasociedad en general.
En efecto, los
episodios de violencia en los centros educativos parecen tener
una gran
capacidad de atraer a
la atención pública, causando lo que hoy día se ha dado en
denominar una alta «alarma social», con lo que la aparentemente
nueva lacra de la violencia escolar se añade a las ya
innumerables fuentes de demanda y presión social con que
nuestros centros educativos y nuestro profesorado deben
enfrentarse.
Pero, ¿Realmente está
justificada tal alarma social o es fruto de un tratamiento
exagerado en los medios?.
También es verdad que
la sociedad en la que vivimos pretende reestablecer la paz
divulgando la anarquía, para la cual, desafortunadamente el
hombre ya ha demostrado que no es bueno por naturaleza y si lo
es no le sienta nada bien convivir entre sus similares.
Pero también es
verdad que el ser humano muestra en su naturaleza la condición
innata de poseer lazos, relaciones afectivas, vínculos y
parentescos, y así con ello poder elaborar su propia identidad.
Difícilmente una persona desarraigada sabrá cómo expresar sus
sentimientos, pensamientos y emociones de una forma madura,
racional, equitativa y fructífera, por consiguiente hasta que no
se certifique al ser humano poder realizarse como persona
individual, no se le puede exigir un comportamiento adecuado a
la convivencia en comunidad.
Nuestro mundo es
competente y capitalista, jerarquizado, innovador, progresista,
práctico, es tan funcional que ir al ritmo es casi imposible, el
mundo avanza a pasos agigantados y no todos tienen recursos para
alcanzarlos. A esto hay que añadir el hecho de que la población
mundial es numerosa y, hasta ahora incontable con exactitud.
Dicha falta de control en determinados países donde ni siquiera
se contabiliza a sus habitantes, demuestra como todavía hay
personas que no pertenecen.
Una sociedad tan
competitiva como la nuestra, hace de sus ciudadanos núcleos de
pobreza, conflictos, mísera y marginación. Muchas de estas
víctimas sufren graves problemas familiares, tras los cuales es
prácticamente imposible no mostrar una actitud violenta y
conflictiva en las aulas. Los actos violentos están sujetos a un
gran sistema de relaciones interpersonales donde las emociones,
los sentimientos y los aspectos cognitivos están presentes y
configuran parte del ámbito educativo; así mismo, están ligados
a las situaciones familiares de cada alumno y al ámbito social
de la escuela.
El problema tiene que
atajarse en los hogares, en los contextos, en los principios y
en las mentes de los Jóvenes, esa es la única manera de
erradicar la violencia en las aulas. Porque los adolescentes no
son un número dentro de un surtido de cifras, son personas, con
nombre y apellidos, con familia, con historias, con vivencias,
con pensamientos, deseos, motivaciones, sueños... y a veces los
elementos reparadores de la sociedad no lo tienen en cuenta y
luego se preguntan ¿Qué es lo que falla?.
Bibliografía
recomendada
· Burguet Arfelis, M.
Violencia escolar Madrid.
· Lleó Fernández, R.,
La violencia en los colegios. EL País Digital.
· MELERO MARTÍN, J.,
Conflictividad y violencia en los centros escolares. Siglo XXI.
Moreno Olmedilla,
J.M., Comportamiento antisocial en los centros escolares: una
visión desde
Europa. EL País
Digital.
· ORTEGA,
R. y MORA−MERCHÁN, J.: Agresividad y violencia. El problema de
la victimización entre escolares, Revista de Educación, nº313.
· Romero
Castellano, F., Análisis de la violencia en nuestros colegios e
institutos a través de lasopiniones
expresadas en el foro de debate de El salero electrónico . EL
País Digital
· VARIOS AUTORES.
Monográfico sobre "Maltrato entre iguales" en Cuadernos de
Pedagogía